El Paseo de Almería va a cumplir pronto 30 años. Con esa denominación, claro. Antes tuvo otras: Paseo de la Almada (con l) o de la Feria, de Campos, del Príncipe, de Cádiz, de Orozco, de la República y del Generalísimo. Recuerdo el debate de que se montó en 1.979 con el cambio de nombre. H

En la estructura viaria de la capital el Paseo no forma parte del epicentro. El crecimiento natural del entramado urbano de la ciudad aleja cada vez más a nuestro Paseo del centro geográfico, que dicho sea de paso, ahora mismo no sabría dónde situar. Tal vez en la Plaza de Barcelona o en Nueva Andalucía. Por esa circunstancia muchas han sido las voces que han salido dándole a nuestra principal arteria un R. I. P. prematuro. Con la inauguración de la Rambla llegó incluso a formarse el cortejo fúnebre: “El Paseo ha muerto, ¡viva La Rambla!”, se decía. Y ya ven, sin desmerecer a nadie, el Paseo sigue siendo… ¡El Paseo!
El Paseo de Almería, estéticamente, no es nada del otro mundo. No digo que sea feo, no, pero a primera vista no enamora. Haría el ridículo ahora si lo intentara comparar con otras arterias clásicas de ciudades andaluzas y españolas. Pero, al menos para mí, tiene un encanto especial: Es el Paseo del Encuentro. De la Amistad. Amigos de la niñez, del colegio, de la universidad, colegas y amigos todos, si quieren verse, vayan al Paseo. Seguro que encuentran alguno por allí.